PATRIMONIO




                                                   

                                                                      Enseres destacados

  El taller hispalense las hermanas Ana y Josefa Antúnez, es al que se le atribuye la elaboración del lábaro , palio y manto de María Santísima de la Soledad,  sobre el año 1876, cuando la hermandad volvió a adquirir relevancia y se incorporó de nuevo a la Semana Mayor tras varios años de ausencia. 

Estos bordados se restauraron  en julio de 1993 en el taller familiar Artesanía García Poo, en hilo de oro fino, pasado a terciopelo negro y ampliación del manto, manteniendo el mismo dibujo aunque abriendo las piezas para alcanzar el tamaño indicado, para lo que se remató su contorno con encaje de oro hecho a mano y forrándose en su totalidad, por importe de 1.150.000 ptas., en las que se incluían materiales a excepción del terciopelo. Se entregó en la cuaresma de 1994. En el palio, los bordados originales orlan el abrazo de Cristo desclavado a San Francisco, el resto son nuevos, trabajados por el gaditano Pedro Utrera, al igual que las bambalinas, con diseño de Jesús Savona, siguiendo los motivos decimonónicos .

 


 Los respiraderos están documentados como realizados por Manuel Seco Imberg   a principios del siglo XX ,  restaurados en el 2002 por Orfebrería Ramos.

 

 El paso de palio de María Santísima de la Soledad  es , probablemente, el mejor palio de la Semana Santa de Sanlúcar, tal es la calidad artística que atesora, siendo sin lugar a dudas una de las joyas de nuestra Semana Santa y un orgullo para nuestros hermanos.

 

 La corona de salida está elaborada por Manuel Seco Velasco en 1948 en estilo neo-barroco pero de una gran originalidad , pues el orfebre se influenció  para su diseño, de unas decoraciones de unos ladrillos visigodos que aparecieron en Sevilla , denominados ladrillos bracaris.  Inspiradas por estas decoraciones visigodas el autor  remató la corona en su parte superior  con arcos de medio punto en forma de doble arcada y con el interior de los distintos arcos ocupados por una venera de cinco gallones insertada a modo de tímpano.



 



 

                                                                 


                                                                      Paso de Cristo

 En 1940 el tallista José Ochoa realiza el paso y la urna del Yacente en madera de caoba con apliques dorados, aprovechando elementos de la decimonónica dorada, como la cornisa moldurada, los cuatro ángeles angulares y el pelícano eucarístico, pasando de tener una forma de huso tronco-piramidal de lados inclinados a laterales rectos de gruesas guirnaldas, y tapadera con duplicación de cuerpos moldurados, que fue iluminada por cuatro hachones.   El paso del Cristo se restauró en 1992.


 

 

                                                                  Retablo de la Hermandad 

 Dispuesto en el brazo derecho del transepto,de la Iglesia de San Francisco, hace pareja con el retablo-sagrario enfrentado de la Sagrada Familia, aunque este es de mayor ampulosidad. Responde a la tipología barroca rococó, que utiliza como soporte los estípites y por decoración la rocalla, de madera dorada y policromada en verde sobre la que se sacan por esgrafiado manojos de rosas. Adaptándose al muro y a la función de acoger los dos cotitulares es plano y muy vertical, de aguzada forma, bordeándolo ces y rocallas de animado perfil.

En la calle central, ocupando la mitad inferior, está la hornacina apaisada del  Cristo de las Cinco Llagas, cargando sobre ella, hasta ocupar el resto del espacio y la mitad del ático, otra más saliente y vertical reservada para la Virgen de la Soledad.

 Este retablo tiene una fisonomía tan singular en la ciudad, que su ejemplo mas cercanos en estilo y con pabellón, habría que buscarlo en Jerez , en el retablo del Cristo de la Viga de la catedral . Su ensamblador fue Agustín de Medina y Flores de 1741, reformado en 1778 por Jacome Vaccaro al añadirle la estructura de lienzo y la decoración rococó, donde intervino el escultor Diego Roldán Serrallonga con la pareja de ángeles lampareros desaparecidos hace unos años.

La majestuosidad de este retablo queda magnificada por un pabellón de lienzo utilizado para las velas de los barcos, policromado en blanco con motivos vegetales, que se recoge arriba en una cenefa de madera dorada y policromada, plana y curva con penacho, y a los lados por unos soportes, que permiten crear las caídas de los pliegues.

 

      

                                                              La Cruz de las Cinco Llagas

 La Cruz de las Cinco Llagas se tiene constancia que se debió de elaborar en la decada de los 40 del siglo XIX  (conjuntamente con la urna que actualmente procesiona nuestro titular)  y que salía portada en parihuela en el cortejo de la hermandad.


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