sábado, 12 de abril de 2025

 𝙇𝘼 𝙃𝙀𝙍𝙈𝘼𝙉𝘿𝘼𝘿 𝙎𝙐𝙋𝙀𝙍𝘼 𝘼 𝙇𝘼 𝙃𝙄𝙎𝙏𝙊𝙍𝙄𝘼

Discurría el año del Señor de 1845 cuando esta antiquísima Hermandad llegaba a su cenit, alcanzaba por primera, y última vez, los 500 hermanos censados. Luego de varios siglos de vaivenes, y de una profunda crisis a principios del siglo XIX (motivada por la ocupación francesa, la Guerra de Independencia y las sucesivas desamortizaciones anticlericales) nuestra Corporación quedó al borde de la extinción y sin poder llevar a cabo su estación de penitencia por las calles sanluqueñas. Pero hete aquí que a mediados del siglo XIX la Hermandad disfrutó de un milagroso y sorprendente renacimiento. Como por ensalmo, todos los problemas de la Hermandad tornaron en bendiciones y allí donde antaño era calamidad y pobreza, hogaño eran parabienes y enriquecimiento súbito. Un alud de fieles volvieron a San Francisco, dándole a la Corporación tal brío económico que posibilitaron la realización de algunos de sus patrimonios más excelsos, como los bordados para el paso de palio de las Hermanas Antúnez. Por esa época se llegaron a sacar a las calles hasta cuatro pasos (los dos actuales, más el paso para la Cruz de las Cinco Llagas y La Canina). Todo parecía poco. Pero cuando se llega a la cumbre, solo resta descender, y eso aconteció en nuestra Hermandad. A finales del XIX vuelve a declinar la Hermandad, llegando a principios del siglo XX en estado calamitoso, sin poder atender a sus labores evangelizadoras por las calles de nuestra feligresía.
Toda esta introducción histórica no es más que el prefacio de la buena nueva que tenemos que proclamar hoy. Hoy (510 años después de nuestra fundación) La Hermandad del Santo Entierro y Soledad de María Santísima acaba de registrar su cota histórica más elevada de hermanos, en la persona de Don Miguel Ángel J. L., que ha tenido la ventura de ser el hermano 501 de nuestra Venerable Archicofradía.
Puede que no seamos conscientes del momento histórico que hemos tenido la gracia divina de vivir, pero desde luego nos sentimos algo abrumados por tamaña confianza por parte de los fieles de Sanlúcar. Hemos sido una muy humilde hermandad franciscana y este aluvión de apoyo y fe, solo nos puede reconfortar en la labor desarrollada en los últimos años. Empero, poco es nuestro mérito, pues solo somos el humilde instrumento que genera la fe surgida ante la serena piedad de nuestro Señor y la inenarrable belleza de nuestra Señora de la Soledad.
Tengan un bendecido día de PAZ Y BIEN.


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